La solución que puedo aplicarle a todo es la convicción de que siempre hay solución. Sabiendo que está ahí, sólo queda despejar el camino. Y la buena noticia es que no hay un solo camino, encima hay muchos caminos que llevan a ella. Lo siento si hay por ahí algún derrotista que me lee.
La trampa de la justicia divina
Reconozco que por mucho tiempo y en numerosos ámbitos me he amparado en esa cómoda y protectora excusa del “todo llegará”-¡Inocente! Efectivamente nadie se lo merece más que tú. Ni menos tampoco. No es cuestión de que alguien o algo externo decida que me lo merezco y me lo dé, sino de que yo misma me lo creo (tengo esa creencia de merecerlo) y me lo creo (hago por encontrarlo).