La solución que puedo aplicarle a todo es la convicción de que siempre hay solución. Sabiendo que está ahí, sólo queda despejar el camino. Y la buena noticia es que no hay un solo camino, encima hay muchos caminos que llevan a ella. Lo siento si hay por ahí algún derrotista que me lee.
Tengo pruebas de que siempre hay varios caminos hacia el mismo resultado. Voy a dar ejemplos técnicos que es más obvio. Los que manejamos programas informáticos lo sabemos, hay métodos diversos para realizar operaciones de lo más comunes: retocar una foto, migrar una página web… Pero lo que más nos desespera es arreglar una incidencia inesperada.

¿A cuántos os boicotea vuestro ordenador particular? Creo que no hay situaciones más desesperantes en ningún otro ámbito.
Hace unos meses me ocurrió una catástrofe que, de tan traumática, la guardo de referencia cada vez que tengo otra pelea con la informática. Perdí el contenido del disco duro en el que guardaba la totalidad de las imágenes, grabadas durante meses, irrepetibles, para una película. Se trataba de la única copia que tenía de esos archivos. Contaba con varias limitaciones: no podía gastarme los 2.000€ que me pedía un especialista para recuperarlo, mi propio ordenador estaba obsoleto y no permitía el uso de programas sofisticados de recuperación, y, además, mis conocimientos informáticos no llegaban ni mucho menos a esos niveles.
Me tiré varios días visitando foros y leyendo manuales, todo en inglés porque es la lengua con mayores publicaciones al respecto. Cada día probaba nuevas acciones, cada vez más osadas – trastear por toda la BIOS, aplicar secuencias de programación, descargar ficheros extraños…- que al final parecían empeorarlo todo más (además del disco duro externo, ya creía estar destrozando el ordenador entero).

Cuando acababa la jornada, desesperada, me decía que el día siguiente sería otro día. Me metía en la cama sin querer pensar en la magnitud de lo que representaba esa pérdida, ya que, si lo hacía, me entraban vértigos que me impedían conciliar el sueño. Al día siguiente, recuperada la energía, volvían las esperanzas. Probaba otras técnicas, completamente diferentes de las anteriores… Así hasta el tercer día en que, como por arte de magia, después de horas de procesado, el contenido del disco duro volvió a mostrarse en mi pantalla. Lloré de felicidad. Valió la pena el disgusto por ese subidón de satisfacción que me dio haberlo recuperado yo solita.
La lección me quedó grabada a fuego: Si algo parece imposible, la solución es simplemente buscar nuevas formas de lograrlo.
He tenido muchas otras situaciones técnicas y personales (burocráticas, logísticas, creativas…) en las que, tras probar y no resolver el tema, la experiencia de «la resurrección del disco duro» ha resurgido en mi memoria. Entonces contengo las ganas de ceder al agobio, me armo de paciencia para volver a empezar, pruebo un método diferente y ¡bingo! Problema resuelto.
Todo tiene solución, nunca hay que tirar la toalla, si a caso echarla al cesto de la ropa sucia y sacar una nueva.
Me encanta. Al fin y al cabo siempre tengo alguna toalla limpia.
¡Tú eres súper resolutiva! No se te resiste nada, ni la mecánica, ni el bricolaje, ni cualquier reto que se te presente!
No hay que ir para atrás ni para coger carrerilla.
¡Eso! ¡Siempre para adelante! Con anteojeras como los caballos de tiro!
Digamos (echo una ojeada a la realidad) que casi todo tiene solución. A veces las soluciones tardan, pero seguro que por eso nos aportan más felicidad.
Recuerdo que en un ataque de idiocia total borré las mejores fotos, ¡pero las mejores! de la travesía al Cabo de Hornos. Una luz espectacular, que apareció despues de una tormenta, el barco que se paró, no sé por qué, y yo haciendo fotos impresionada por el bellezón de puesta de sol.
Pues no me digas cómo, las borré. Un lío de tarjetas que me monté.
Traté de recuperarlas y no hubo manera, le llevé la tarjeta a mi informático, tampoco.
¡ A fastidiarse! pero con j.
Pues de eso, también se aprende.
Cuando tiene solución, la historia tiene un final más sonriente. 🙂
Me ha gustado tu post, siempre en positivo.
¡Feliz Fin de Año! que ya lo tenemos ahí. 🙂 🙂
Espero que ahora guardes lo que consideras «vital» en la nube. Es preferible evitar problemas a intentar solucionarlos……..pero tienes razón, (casi) siempre hay caminos alternativos, no hay que desesperar.
No creo que pueda existir buna vida sin problemas. Gracias por tus consejos!
Al final, de una forma o de otra, todo tiene solución.
¿Verdad que sí? Yo estoy convencida. Gracias por apoyar ese principio. Besos!
Me parece que la mejor actitud frente a «los problemas», es precisamente eso que hiciste Chismilin.
Primero no darse por vencido sin hacer varios intentos.
Segundo no olvidar que por mucha ayuda que puedas recibir, nadie tiene tanto empeño como tu por resolverlo, lo que te hace la más calificada para encontrar su solución.
Tercero no consumir todas tus energías de un tirón en ellos, tiende a empeorar la situación,
Por último, añado esto, no aferrarte demasiado a una solución satisfactoria, y dar las gracias por el resultado final. Cuando la vida te quita cosas, es para hacer espacio para que lo mejor pueda llegar.
Cuando empecé a escribir mi primer libro de reflexiones me pasó algo así, perdí todo lo que había escrito y no lo pude recuperar y me desmotivé, unos cuantos años después decidí empezar de nuevo y mi hermana menor me dijo «Quizás necesitabas darle otro enfoque», lo acepté como una posibilidad, y lo cierto es que siempre es así, cuando la vida te quita, nunca te deja seco, siempre tenemos un arroyo cerca del cúal beber.
Las pérdidas siempre son dolorosas, pero se debe más que nada a nuestro apego emocional y sentimiento de pertenencia. Así que siempre hay una solución, y es precisamente no aferrarse a ninguna solución y agradecerlo todo, pase lo que pase.
Me gustó leer esta entrada. Grato fin de semana.