Sin quererlo ni buscarlo, me ofrecieron participar en un concurso de microrrelatos, e igualmente, sin pensármelo dije: ¡claro! Qué maravilloso reto, escribir algo con una serie de limitaciones y condiciones, nada puede parecerme más estimulante. Bueno sí, ahí estoy exagerando.
Bases del concurso: máximo de 100 palabras y temática: “las estrellas”.
Utilicé la técnica de la escritura automática. No tenía ni idea de qué iba a ir la historia, y me vino una primera frase a la cabeza. La escribí. Era una forma de añadir más dificultad al asunto, porque cada frase que añadía me iba sorprendiendo, y yo misma me preguntaba: “Y ahora, ¿qué?”. Hasta que acabé el dictado de mi subconsciente. Conté, justo 100 palabras. Y lo envié. Faltaba aún una semana para que cerrase la convocatoria, pero así ya podía olvidarme. Esto es lo que mandé:

No daba
crédito a lo que estaba diciéndome, hasta que me lo repitió alto y corto, justo
en el momento en que se hizo silencio en el bar:
– Aquí no se aceptan maricones.
Sin desprenderme del abrazo de Mario, le respondí con sonrisa
guasona:
– ¿Tienes miedo de ponerte cachondo mirándonos?
Salió de la barra a la vez que gritaba:
– Éste hoy va a ver las estrellas.
Lo siguiente que recuerdo es un dolor astronómico en el
tabique. Mario y yo estábamos sentados en la acera. Él me decía:
– Mira hacia arriba para cortar la hemorragia.
Efectivamente la noche estaba estrellada.
Ya ni me acordaba de mi participación, cuando al cabo de una semana llegó el veredicto. El premio consistía en publicar en la página del convocante los 5 mejores relatos, y ahí estaba el mío. El resto estaban muy bien escritos, así que me pareció un honor. Aunque noté que mi propuesta desentonaba bastante. Todas las otras eran románticas, muy románticas, de amor puro y poesía llena de símbolos y melosidad.

Releí el mío y había una frase que no me gustaba. No me fijé hasta después de haberles dado las gracias. Me habían cambiado: “¿Tienes miedo de ponerte cachondo mirándonos?” por “¿Tienes miedo de mirarnos y que te guste?”.
Acostumbrada a criticar la censura en China, me pude decir entre risas que en España también hay censura. Mi primera publicación y ya censurada.
A mí me sigue sonando mejor mi versión, pero agradezco la buena voluntad del jurado que acometió los cambios convenientes para considerar mi propuesta ganadora, y sin ni siquiera consultarme sobre la corrección, me incluyó entre los ganadores. De haberme preguntado, yo hubiera dicho que si no es apropiado lo que he escrito es que no merezco premio, y no hubiera abrazado la gloria de haber ganado un concurso literario.
Te han cambiado una expresión de tres palabras, que en este caso es decir que te han cambiado el 3% del relato… ¡Es un porcentaje considerable! Y del todo innecesario, creo que tu relato está perfecto así.
Gracias por tu apreciación! Me ha supuesto dudas por poder ser inapropiada en otros textos que no someto al censor. Me conforta saber que hay personas a las que no les hubiera disgustado!