Vivimos en un mundo cruel, y el ser humano, a pesar de ser una especie evolucionada, no siempre hace gala de su raciocinio. La historia está plagada de guerras, abusos, esclavitud, explotación… La fuerza, ya sea física, militar o económica, ha sido mal empleada por muchas personas para conseguir aumentar su poder e intereses a costa de la integridad y la libertad de los demás.

La mujer con respecto al hombre es un claro ejemplo de, en la mayoría de los casos, desventaja física en cuanto a un cuerpo contra cuerpo se refiere. Desde otros puntos de vista, sin embargo, la fisonomía femenina es incuestionablemente excepcional, por ejemplo en cuanto a su capacidad exclusiva de dar a luz.
El caso es que históricamente el hombre – puntualizo: ciertos hombres pero con resultados aplastantes – ha abusado de esta superioridad parcial. En una sociedad avanzada, donde ya no nos peleamos por las calles, ¿qué sentido tiene usar el parámetro de la fuerza física para atribuir privilegios a los ciudadanos? Efectivamente hombres y mujeres tienen muchas diferencias en cuanto a su sexualidad, sensibilidad, etc… Pero ninguna es determinante para dictar la superioridad de uno frente a otro.


Las mujeres, aunque silenciadas durante siglos, han demostrado tener iguales aptitudes para todo tipo de tareas intelectuales, e incluso físicas, ya que dejando de lado las competiciones olímpicas, en el trabajo del día a día su vitalidad y resistencia son destacables. Es más, muchas mujeres dan pruebas de tolerar mejor el dolor y la fatiga.
El camino de la desigualdad aún no está recorrido. Queda mucho. Influyen componentes culturales que imponen a las niñas crecer creyendo que su valía reside en su aspecto, pudiendo mostrar debilidad y dependencia, y a los niños que tienen que ser duros e incluso agresivos. Aunque todas las personas, y en concreto hombres y mujeres, tenemos diferencias y eso enriquece nuestras relaciones, creo que ciertos atributos que se atribuyen a las mujeres como desventajas propias de su sexo son consecuencia únicamente de la educación que recibimos.

Es necesario enseñar a las nuevas generaciones que han existido y aún existen injusticias, y solo así, con aún muchos años de dar una nueva educación a los niños, más racional y evolucionada, una educación en valores humanos, llegaremos a ver esa diferenciación desventajosa de géneros como algo del pasado.
El feminismo es el movimiento ideológico que persigue la igualdad de derechos y de trato para todos, tanto social y como legalmente. Aunque en la situación actual nos parezca que ese objetivo ya está cumplido, no hay que olvidar hace sólo unas décadas no era así, y aún no lo es en muchísimas sociedades contemporáneas, ni siquiera en las más avanzadas cuando se mira con atención.
El feminismo no impone modelos familiares ni de vida privada. Lo que cada uno decida para sí es cosa suya, pero esta decisión debe basarse en la libertad de cada sujeto. Y por supuesto no voy a entrar a hablar aquí de los malos tratos, que en cualquier sentido es un delito.

A pesar de que la discriminación aún está patente, y por eso las mujeres vamos a sufrirla en algún u otro momento, tenemos que agradecer que haya habido muchas personas, hombres y mujeres, que conscientes de esta injusticia, llevan años luchando por acabar con ella. Gracias a esas personas en ciertos países las mujeres hoy podemos gozar de una vida libre. Es por eso que me duele cada vez que mujeres, ajenas a esta ventaja, desprecian el trabajo que los feministas han hecho para llegar hasta aquí, gracias al cual ellas pueden ir a la universidad, votar, viajar, elegir pareja o no, elegir tener hijos o no, elegir ejercer el trabajo de su vocación…
Yo respeto que cada cuál exprese sus opiniones, pero eso no significa que no me duela cuándo éstas manifiestan un claro desconocimiento, o inconsciencia, como cuando oí de boca de una mujer inteligente y trabajadora: «el mundo se va a acabar por culpa de las feministas». Lo primero que me choca: ¿es que ella no es feminista? ¿No está a favor de la igualdad de derechos? Lo segundo: ¿qué cree que significa “feminismo”?

Y ahí llega mi sorpresa. Hay quien cree que los feministas, perdón, las feministas, porque parece que solo son mujeres, son unos seres malvados, llenos de odio hacia los hombres, que quieren castrarlos y prácticamente eliminarlos. Describen a las suscriptoras del feminismo como «feminazis».
Y es aquí cuando lo entiendo: que te llamen feminista es un insulto. Sospecho que esta tergiversación del concepto del feminismo se trata de una estrategia por parte de los opositores a la igualdad.
¿Cómo se ha conseguido atribuir tan mala imagen al feminismo?
Primero, por desconocimiento general del propio significado del término, que es fácil de identificar como un equivalente de «machismo» pero a la inversa, asociándolo con otra postura discriminatoria y abusiva. Yo creo que habría que entender la elección del término feminismo de otra forma. Si el machismo asume una inferioridad de la mujer, el feminismo surge en contraposición para reivindicar un trato digno y justo para las mujeres.

Segundo, usando la manipulación de las emociones y la viralidad de las redes, esto se hace mediante diversas técnicas:
- Una muy recurrida es poner en boca de supuestos feministas frases atroces: «los hombres son el enemigo», «todos los hombres son agresores en potencia»… – Debo aclarar que éstas no son sentencias feministas, son sexistas, y más concretamente, hembristas – .
- Luego difunden noticias alarmantes: «se ha eliminado la presunción de inocencia para los hombres», «una denuncia contra un hombre le lleva directamente a la condena»… Que en el caso de que fueran ciertas siguen sin feministas, sino decisiones de legisladores torpes. Tampoco son feministas medidas como la discriminación positiva que obliga a que ciertos cargos sean ocupados por igual número de hombres que de mujeres. Esto se trata únicamente de decisiones políticas, y lo llamen como lo llamen, no tienen el poder de cambiar lo que el feminismo representa.
- Y para acabar, se ofrecen a los entrenados detractores argumentaciones comodín para cualquier réplica: «las mujeres también agreden», «las mujeres ponen denuncias falsas»… – Argumentaciones absurdas que pecan de lo que critican, pues es igual de ridículo decir que si hay hombres que agreden todos los hombres son agresores, que decir que si hay denuncias falsas, todas las denuncias son falsas; o si quiera pretender que lo que unos sufren se lo tienen merecido por no ser perfectos – .

Deberíamos luchar todos unidos contra los delitos: agresiones, denuncias falsas, discriminación… Hay ejemplos de delincuentes de todos los géneros. Que haya mayor porcentaje de agresiones físicas en manos de hombres no hace a todos los hombres agresores, del mismo modo que un número reducido de radicales que ponen la etiqueta feminista a sus alegatos no hace de los feministas unos ejecutores de hombres.
Tomar la parte por el todo, a unos pocos descerebrados por la masa, es una visión extremista de las cosas; más que visión, una ceguera irracional, y que encuentra satisfacción en el odio hacia el extremo opuesto.
Yo me niego a atribuir calificativos maniqueos y degradantes a colectivos enteros. Ya sabemos que los peores son los que hacen más ruido, pero no por eso hay que meter a todos en el mismo saco. Me niego a decir que los hombres sean agresores y que las mujeres que defienden sus derechos sean «feminazis».

Y es que para añadir más leña al fuego, en este país parece que no contamos con ningún representante político sensato, todos pecan de la misma falta de coherencia (o tal vez sea una estrategia bien meditada, aprovechando lo fácil que es llevar a las masas al campo de batalla) y casi sin excepción el lenguaje político promueve el desacuerdo y el enfrentamiento de la gente.

El posicionamiento político incuestionable es como la afición hincha en el fútbol. En el fútbol los forofos ultra se matan por defender a un equipo compuesto de personas que ni ellos han elegido, ni conocen, ni entrenan… solo por la satisfacción de identificarse con un bando y no tener que razonar sus acciones. Pues en el terreno político igual, lo más cómodo es no atender a razones, simplemente ir contra el bando opuesto. Los unos, para diferenciarse de los otros, se apropian del feminismo y lo desvirtúan. Los otros, que nunca entendieron de qué iba el feminismo o no les conviene la igualdad, se agarran a esa tergiversación que han hecho los primeros para exagerarla, ridiculizarla y condenarla. Y cada uno desde su bando solo busca que se confirmen sus críticas hallando más «feminazis» unos, o ataques machistas los otros, y sintiéndose seguros de estar en el bando redentor.

¿Qué estamos consiguiendo en esta supuesta sociedad civilizada? Implantar en la gente el odio más irracional y contradictorio, el odio entre los diferentes sexos.
Chismilín
Has redactado una realidad palpable de este tema. Con mal sanas intenciones, se ha desvirtuado el significado y la verdadera ideología del movimiento feminista, al ver que los avences iban en muy buena dirección, los de siempre, los que manchan la raza humana con su podrida ambición, se encargaron de atribuir a este movimiento rasgos que no tenía, lo lamentable es que la ignorancia de la mayoría haya caido en esa trampa.
Gracias a ese movimiento feminista y a esas mujeres que tuvieron el coraje y la clara visión de sus derechos, es que estamos tu y yo, intercambiando pareceres, lástima que las cosas tomaran otro rumbo y empañaran su corriente inicial.
Hoy día, el feminismo, aunque suene y se escriba igual que antes, ya no significa lo mismo, lo primero es engendrar ese odio por el sexo opuesto, por lo que se promueve el lesbianismo, y de hecho muchas de las feministas de hoy lo son y lucen «muy a lo macho» orgullosas de serlo, lo segundo es negarse a hacer lo que de hecho era su mayor privilegio y grandeza, tener hijos y familia, y lo tercero, hacer todo lo que hacen los hombres con más desparpajo que ellos, así conciben la igualdad de derecho hoy día un gran numero de feministas, Que incluso ni siquiera dicen igualdad de derecho, sino igualdad de sexo, cuando eso es algo imposible.
Con esto pasa lo mismo que con el cristianismo, antes ese movimiento era sinónimo de amor, entrega, perdón y humildad, ahora en muchos de los se hacen llamar cristianos, priman el oportunismo, la ambicón y el engaño, en especial en sus cabeceras.
Ambos vocablos, hoy día son pancartas llamativas que abren o cierran puertas, al menos es así como lo veo, son temas muy complejos por todo lo oscuro que hay detrás empañando el verdadero origen de los mismos.
Me gustó mucho tu análisis Chismilín. Por cierto, tambien trato sobre este tema en mi blog.
¡Qué fantástico análisis, Idalia! No puedo estar más de acuerdo, y la comparación que aportas es otro muy buen ejemplo. Voy a leer tu blog ya mismo para más líneas de lucidez y sana reflexión.